jueves, 13 de octubre de 2011

PERRA - microcuento


                                                                               
 Estaba tirada en su colchón, abriendo y cerrando sus ojos. Los ruidos de la calle no la dejaban en paz. Hacía tanto calor, y las imágenes la atormentaban, se agitaba y lloraba en su sueño liviano. Entonces se levantaba daba una vuelta por dentro de la casa, y volvía a tirarse. Es que había estado sola todo el día y aún lo estaba. En la noche se sentía más vacía todavía. Necesitaba escuchar los ruidos que en un tiempo eran habituales. El de las llaves en la puerta, el saludo, la caricia de su dueño. Antes del amanecer sintió el ruido en la cerradura de la puerta, no hubo ni saludo, ni caricias. Lo desconoció. Gruñó con rabia, pero fue reprimida en el acto. Ya no pudo soportar el desamor. Caminó hacia la cocina, ante la indiferencia de su dueño. Se quitó su camisón de seda, se metió a la bañera, y consumió el frasco entero de pastillas que había guardado celosamente en la heladera. Cuando él despertó sintió alivio. No tendría la obligación de dar lo que no podía...y pensó sin culpa, estoy liberado para empezar mi nueva vida.