viernes, 25 de abril de 2014

Ay...¡Aquella mujer!

Ay… ¡Aquella mujer! Estaba siempre presente en la vida de quienes la conocían! Era emocionalmente avasallante, besaba con convicción, lloraba sin ocultar, el insulto era el camino de la liberación, así como declarar su verdad. Su opinión era amplia sobre todas las cosas y estaba por encima de todas las demás.  Quienes la querían la llamaban Madreselva, apodo simpático que personificaba  a la invasiva enredadera de su propio patio metiéndose donde no debía. Contradecirla  ocasionaba una  guerra,  y el peor de los perjudicados era su marido. Aquel hombre era su continente, él administraba cautelosamente  las acciones desbordantes y grandilocuentes de su mujer. Su amor por ella,  sin lugar a dudas,  era lo que hacía posible semejante sacrificio.  Ay… ¡Aquella mujer! Sin esfuerzo alguno solía taladrar los cerebros ajenos sin percatarse siquiera por un instante que el suyo era el más perjudicado, pero siempre lo hacía con amor. Así entendía ella el amor, marcando el rumbo del cual estaba prohibido desviarse,  decretando y reglamentando. Aquél hombre, para aquietar su energía, solía tomar su rostro entre sus manos, besarla en la frente y luego acariciarle el pelo, no osaba brindar una sonrisa ante sus dichos por no ocasionar un mal entendido y una indeseable reacción. Ay… ¡Aquella mujer! que en su fibra más íntima y oculta sopesaba por instantes de calma lucidez la temible posibilidad de cansar a su marido.

 Sin poder guardar su perturbador pensamiento, aquel día,  fue hasta la cocina donde él se encontraba y  lo enfrentó... con su incontinencia verbal intimidándolo a que contestara su duda, entonces aquel hombre, una vez más volvió a tomar el rosto entre sus manos, beso su frente, acarició su pelo y sin preocuparse esta vez por mostrar una amplia sonrisa dijo sin preocupación: No estás equivocada. Después de eso armó su valija y ¡Ay, Ay!.. se fue escuchando los exabruptos de ¡Aquella mujer! 

2 comentarios:

  1. Muy buen relato! Excelente la presentación de la protagonista en acciones. Me gustó, me gustó! Aplausos. Y la actitud de su hombre... un maestro!!!

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    1. Hoola Lidia!! Gracias por el comentario!! Hombres con tanta paciencia y amor no son fáciles de encontrar, y ella que lo había encontrado UNO no pudo manejar sus emociones!! ...y bien el dicho... la paciencia tiene un límite jajaj

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