Quiero escribir acerca de esta molesta sensación que tengo, que me retuerce el estómago, me deja sin voluntad y ni siquiera con inercia. Brazos caídos: mente en blanco para no sentir, y cuando voy repuntando en el ánimo: mente activa para entender y dar razones a las lagunas de mi vida. Esas lagunas inundaron tanto mi tierra firme, que ya no es tal, y tampoco me deja ver donde estoy parada, me confunde. A veces pienso esta no es mi vida, devuélvanme la mía! y otras tantas veo todo ese nuevo espejo de agua, que me da paz y ganas de subirme a una canoa y descubrir todo ese espacio nuevo. Y pienso, bueno, por lo menos en algo no cambié.
Mis ciclotimias, o mis pensamientos contradictorios que pujan por ver cual de los opuestos ocupa más tiempo en mi cabeza, no ha cambiado. Pero finalmente los ignoro, ninguno se va a adueñar de mí, sólo tendrán su espacio cuando yo los necesite, o ellos logren apoderarse de mí. En tal caso si no decido cuando llegan, decido cuando se van o serán reemplazados.
Volviendo de mi divague, retomo el otro, el que me hace sentir distinta, rara, con las descripciones que cuento en un principio, será el síndrome del nido vacío?. Qué sentirán otras mujeres que tengan mi misma edad y estén pasando por este mismo momento? Quisiera escuchar a alguien, a lo mejor para no sentirme la única culpable con mis sentimientos. Es decir, con sentirme feliz la mayor parte del tiempo sola, porque me da la libertad de hacer todo o nada, de no explicar o explicar, de moverme o no moverme si quiero. Es tan ilimitada esa libertad que no puedo dejar de desearla, aún cuando estoy con mis hijos.
Ellos son mis hijos, mis entrañables hijos, por los que todavía me desvelo, me preocupo, atiendo, acompaño, cocino, lavo, y ya nunca más plancho. Ellos siempre serán el amor más importante en esta tierra, el centro de mi universo, toda mi existencia fue para ellos. Mi existencia sin ellos hubiera tenido un sentido que por suerte no conocí. Pero estoy parada en este punto donde siento la tremenda contradicción o no? que mis hijos ya no son mis niños, los que querían escucharme, o abrazarme, o esperaban mi cuento o mi canto, mis caricias, mis abrazos, mis chistes, mis retos, sus aprendizajes. Sólo ahora que lo escribo reconozco cuán profundamente extraño mi familia. Aquella que fuimos siendo yo tan jóven, siendo ellos tan niños, siendo todos uno. Ahora se me da por llorar, definitivamente la extraño, y no lo había pensado así. Sólo pensé y retomo el pensamiento en cuánto cambia la vida. En cómo cambia el lugar, la posición de una madre, para la madre misma y para los hijos respecto de la madre.
Yo soy su madre, ellos mis hijos. Seguimos siendo una familia, pero de adultos. No es lo mismo. No es tan hermoso cómo fue. No me puedo acostumbrar. El nido tiene muchos años, sus ocupantes ya son grandes todos sin excepción. El nido no sucumbe, está en tierra firme, pero ya no hay niños, el nido está vacío. Esto es el sentimiento más tremendo y horrible que tengo. Hijos queridos hijos perdónenme. Tengo que aceptar que crecieron. Tengo que aceptar que el tiempo pasó. Tengo que aceptar que somos la misma familia con otras edades. Sea lo cruel que sean mis pensamientos o el tiempo, no voy a dejar que se adueñen de mí. El único dueño de mi vida, desde el instante mismo que nacieron fue el amor por ustedes. Es el amor que persiste y resiste los cambios. Es ese amor el que no va a a cambiar aún cuando llegue el cambio final de esta familia. La herencia la dejó mi madre, yo como ella, su amor como el mío, va a estar más allá de los cambios, más allá de lo físico, mi amor va a trascender el tiempo y el espacio. Eso creo y espero con toda la fuerza de mi esperanza, equivocada o no, desafortunada o no, es lo único que prevaleció, es lo único más importante en mi vida....
Escrito noviembre/2011
Escrito noviembre/2011
Pasó el tiempo "El nido no sucumbe, está en tierra firme y comenzó un nuevo ciclo. Ya dejó de estar vacío"
Miércoles 21 de Agosto de 2024