viernes, 5 de agosto de 2016

SERA JUSTICIA

 Qué vasta diferencia existe, cuando de analizar una misma circunstancia, se trata. Diferencia infinita en detalles que se pierden en un solo abismo, que se hunde como  único, profundo y oscuro. Es esa grieta  que se siente como una gran fosa,  con un par de  precipicios a ambos lados iluminados solo para reconocernos y enfrentarnos. 
¿Cuál es el más iluminado por la claridad?  A simple vista es igual en ambos lados.  O según desde dónde y quien lo mire,  haya más sombras de un lado que de otro.  Pero no,  porque esa claridad de la que hablo no es la de la luz del día, algo tan universalmente cotidiano, sino es la claridad  determinada por la decisión republicana,  democrática,  y de respeto institucional.  Esa es la claridad de un pueblo. Es la claridad de elegir. Es la claridad de votar. Es la claridad de saber  qué se  quiere y es la claridad de saber qué es lo que ya no se quiere. Es la claridad de un acuerdo social que no parece reconocerse en ambas lados del abismo.
En este país hay un grupo de gente que no  acepta el haber perdido el espacio de poder legítimamente alcanzado en su momento,  pero transformado en absoluto y abusivo  a lo largo de años.  La casta kirchnerista  corrupta  desde su nacimiento, conocida ya por los sureños y desconocida por el resto de los argentinos en aquel momento, se forjó a fuerza  de soberbia, de desprecio, de persecución, de espionaje, de sueños estafados más que compartidos,  de ironías , de “posible” robo y máxima estafa realizada en nuestro país, ya que todavía la justicia no tiene sentencia alguna, pero sí una gran mayoría de argentinos que hemos visto la  acumulación de dólares, euros, yenes, arma (¿o armas?), propiedades, testaferros, rosaditas, efedrina y asesinatos , muerte dudosa de un fiscal, hechos impúdicamente llevados a cabo.  ¿¡Y cuánto más iremos descubriendo a medida que pasen los días, meses y años!?
El haber perdido los sacudió y los sorprendió ¿desprevenidos?
Al haber quedado al descubierto lo oculto debajo de las alfombras; que son muchas y variadas, algunas en forma de bóvedas o sepulcros; provocaron reacciones desmedidas de apoyo, alejamientos, soltadas de manos y un primer silencio abrumador para los militantes por parte de la ex mandataria, que los dejó a la deriva y sin saber a qué atenerse.
Sólo se acordó de ellos, cuando los necesitó. Y entonces se decidió a hablarles a esa reducida multitud, por llamarla de alguna manera, cuándo por la fuerza judicial tuvo que acudir a Comodoro Py (Bs.As.) citada por la justiciaY con esa característica camaleónica kirchnerista de aparentar tener buenos ideales introducidos a la fuerza por cadena nacional,  de falsear ser buenos líderes,  de simular ser buenos gobernantes y de engañar ser buenos militantes (no todos), y hacer figurar buenas causas, cuando en realidad las enterraban. Eligieron esa apariencia para mostrarla, cuando muchos intuimos que no era más que eso. Cáscara. Máscara. Enmascararse detrás de, para perpetuarse en, y robar a….todos y a todas a granel. Diría un arrepentido tan poco confiable como el resto del grupo al que perteneció: Hubo un plan sistemático para robar.  Un ladrón le puso nombre a algo que vimos y vemos día a día en las noticias, por lo tanto no me importa si es o no confiable.  Lo que dijo,  fue y es una triste realidad refregada en la nariz.
Necesito hacerme una síntesis de los sucesos porque, lo que está pasando con Hebe de Bonafini, es un hecho más que se suma a aquella larga lista, y por lo cual es imposible  no identificarla con la mafia;( ya no en apariencia); que nos gobernó hasta hace ocho meses. Dejaron de ser esas madres independientes en su lucha. Su lucha también fue robada, en este caso con el consentimiento de algunas (no de todas). Entonces me corrijo: “si hubo consentimiento no fue robada, fue comprada, e indefectiblemente el sistema corrupto las alcanzó”.  No sé si habrán pensado en su momento que al sistema al cual decidieron incorporarse no sólo les daría beneficios, sino que deberían; como muchos  integrantes de aquel gobierno kirchnerista; tener que dar hoy explicaciones, no sólo al pueblo, sino a la justicia a veces esquiva, equívoca, inmadura, inoportuna, miedosa, cómplice y a veces con aires de querer subsanar todo en un instante cuando no lo hicieron en décadas. Digamos una justicia sin balanza ni equilibrio.
Hebe de Bonafini con su grandilocuencia amenazadora, como es su costumbre, lo que hace es querer esconder  “debajo de la alfombra”. Varios de los que la apoyan han hecho lo mismo.
Sí. Su familia fue víctima de la dictadura. Fue una madre buscando a sus hijos. Un dolor sin consuelo. Pero yo prefiero poner de ejemplo y que salgan a la luz y que se lleven como banderas los nombres de otras madres, que no fueron visibles, que no tuvieron relación comprometedora alguna con un gobierno vergonzosamente enriquecido, que no hablaron por las demás, que no insultaron, que no arengaron en contra de la democracia, que murieron en el camino de su lucha, que se las desconoce y que no han hecho ni hacen ningún daño, solo llevan su verdad alzando su bandera. Ellas elevaron y elevan con su lucha aquel derecho humano que fue interrumpido y que queda como ejemplo para defender el derecho humano de todos los tiempos y de todos los humanos, sin sectarismos.  Las que han tenido el valor y la madurez de no mezclarse, de no dejarse comprar, esas madres son las que dieron y siguen dando el ejemplo. 
Bonafini quizá lo fue en su momento. Pero ahora su momento es otro. Quizá fue ejemplo, pero ya no.  Antes fue víctima, ahora explota el haber sido víctima para su provecho. Ella cree estar en un escalón superior, como su líder. Soberbia e impune. Diferente a cualquier argentino que deba someterse a la justicia, que dicho sea de paso, nunca es igual para todos. No es un descubrimiento, pero hay que decirlo.  Y lo estamos viendo, Hebe con o sin culpa es beneficiada en la coyuntura por la misma justicia que la obliga y ella desacata.  Bonafini confundió la lucha. Y si no la confundió,  entonces es consciente de ser  cómplice de otra lucha y esa es la de mantenerse impune junto a otros, frente a los hechos delictivos y  sistemáticos de un gobierno y frente a la justicia ante la cual no se presenta porque, me la imagino diciendo: “no se me canta el culo”. Y así fue…y es la justicia quien acató. Roles invertidos. Y los que estamos en un escalón más abajo que las señoras y la justicia, nos preguntamos:
                                                                                          ¡¿SERÁ JUSTICIA?!
PD: No. No fue Justicia.  Fue una afrenta la que manejó la situación. Un ultraje a una insegura y débil justicia.
Hoy decidió presentarse, no porque la obligue la ley sino porque se le canta.
 05/08/2016


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