Qué vasta diferencia existe,
cuando de analizar una misma circunstancia, se trata. Diferencia infinita en
detalles que se pierden en un solo abismo, que se hunde como
único, profundo y oscuro. Es esa grieta
que se siente como una gran fosa, con un par de precipicios a ambos lados iluminados solo para
reconocernos y enfrentarnos.
¿Cuál es el más iluminado por la
claridad? A simple vista es igual en
ambos lados. O según desde dónde y quien
lo mire, haya más sombras de un lado que
de otro. Pero no, porque esa claridad de la que hablo no es la
de la luz del día, algo tan universalmente cotidiano, sino es la claridad determinada por la decisión republicana, democrática,
y de respeto institucional. Esa
es la claridad de un pueblo. Es la claridad de elegir. Es la claridad de votar.
Es la claridad de saber qué se quiere y es la claridad de saber qué es lo que
ya no se quiere. Es la claridad de un acuerdo social que no parece reconocerse
en ambas lados del abismo.
En este país hay un grupo de
gente que no acepta el haber perdido el
espacio de poder legítimamente alcanzado en su momento, pero transformado en absoluto y abusivo a lo largo de años. La casta kirchnerista corrupta
desde su nacimiento, conocida ya por los sureños y desconocida por el
resto de los argentinos en aquel momento, se forjó a fuerza de soberbia, de desprecio, de persecución, de
espionaje, de sueños estafados más que compartidos, de ironías , de “posible” robo y máxima estafa
realizada en nuestro país, ya que todavía la justicia no tiene sentencia alguna,
pero sí una gran mayoría de argentinos que hemos visto la acumulación de dólares, euros, yenes, arma (¿o
armas?), propiedades, testaferros, rosaditas, efedrina y asesinatos , muerte
dudosa de un fiscal, hechos impúdicamente llevados a cabo. ¿¡Y cuánto más iremos descubriendo a medida
que pasen los días, meses y años!?
El haber perdido los sacudió y
los sorprendió ¿desprevenidos?
Al haber quedado al descubierto
lo oculto debajo de las alfombras; que son muchas y variadas, algunas en forma
de bóvedas o sepulcros; provocaron reacciones desmedidas de apoyo,
alejamientos, soltadas de manos y un primer silencio abrumador para los
militantes por parte de la ex mandataria, que los dejó a la deriva y sin saber
a qué atenerse.
Sólo se acordó de ellos, cuando
los necesitó. Y entonces se decidió a hablarles a esa reducida multitud, por
llamarla de alguna manera, cuándo por la fuerza judicial tuvo que acudir a
Comodoro Py (Bs.As.) citada por la justicia. Y con esa característica camaleónica
kirchnerista de aparentar tener buenos ideales introducidos a la fuerza por
cadena nacional, de falsear ser buenos
líderes, de simular ser buenos
gobernantes y de engañar ser buenos militantes (no todos), y hacer figurar buenas
causas, cuando en realidad las enterraban. Eligieron esa apariencia para mostrarla,
cuando muchos intuimos que no era más que eso. Cáscara. Máscara. Enmascararse
detrás de, para perpetuarse en, y robar a….todos y a todas a granel. Diría un
arrepentido tan poco confiable como el resto del grupo al que perteneció: Hubo
un plan sistemático para robar. Un
ladrón le puso nombre a algo que vimos y vemos día a día en las noticias, por
lo tanto no me importa si es o no confiable.
Lo que dijo, fue y es una triste
realidad refregada en la nariz.
Necesito hacerme una síntesis de
los sucesos porque, lo que está pasando con Hebe de Bonafini, es un hecho más
que se suma a aquella larga lista, y por lo cual es imposible no identificarla con la mafia;( ya no en
apariencia); que nos gobernó hasta hace ocho meses. Dejaron de ser esas madres
independientes en su lucha. Su lucha también fue robada, en este caso con el
consentimiento de algunas (no de todas). Entonces me corrijo: “si hubo consentimiento
no fue robada, fue comprada, e indefectiblemente el sistema corrupto las
alcanzó”. No sé si habrán pensado en su
momento que al sistema al cual decidieron incorporarse no sólo les daría
beneficios, sino que deberían; como muchos
integrantes de aquel gobierno kirchnerista; tener que dar hoy explicaciones,
no sólo al pueblo, sino a la justicia a veces esquiva, equívoca, inmadura,
inoportuna, miedosa, cómplice y a veces con aires de querer subsanar todo en un
instante cuando no lo hicieron en décadas. Digamos una justicia sin balanza ni
equilibrio.
Hebe de Bonafini con su
grandilocuencia amenazadora, como es su costumbre, lo que hace es querer
esconder “debajo de la alfombra”. Varios
de los que la apoyan han hecho lo mismo.
Sí. Su familia fue víctima de la
dictadura. Fue una madre buscando a sus hijos. Un dolor sin consuelo. Pero yo
prefiero poner de ejemplo y que salgan a la luz y que se lleven como banderas los
nombres de otras madres, que no fueron visibles, que no tuvieron relación
comprometedora alguna con un gobierno vergonzosamente enriquecido, que no
hablaron por las demás, que no insultaron, que no arengaron en contra de la
democracia, que murieron en el camino de su lucha, que se las desconoce y que
no han hecho ni hacen ningún daño, solo llevan su verdad alzando su bandera.
Ellas elevaron y elevan con su lucha aquel derecho humano que fue interrumpido
y que queda como ejemplo para defender el derecho humano de todos los tiempos y
de todos los humanos, sin sectarismos. Las que han tenido el valor y la madurez de no
mezclarse, de no dejarse comprar, esas madres son las que dieron y siguen dando
el ejemplo.
Bonafini quizá lo fue en su
momento. Pero ahora su momento es otro. Quizá fue ejemplo, pero ya no. Antes fue víctima, ahora explota el haber
sido víctima para su provecho. Ella cree estar en un escalón superior, como su
líder. Soberbia e impune. Diferente a cualquier argentino que deba someterse a
la justicia, que dicho sea de paso, nunca es igual para todos. No es un descubrimiento,
pero hay que decirlo. Y lo estamos
viendo, Hebe con o sin culpa es beneficiada en la coyuntura por la misma
justicia que la obliga y ella desacata. Bonafini confundió la lucha. Y si no la
confundió, entonces es consciente de
ser cómplice de otra lucha y esa es la
de mantenerse impune junto a otros, frente a los hechos delictivos y sistemáticos de un gobierno y frente a la
justicia ante la cual no se presenta porque, me la imagino diciendo: “no se me
canta el culo”. Y así fue…y es la justicia quien acató. Roles invertidos. Y los
que estamos en un escalón más abajo que las señoras y la justicia, nos
preguntamos:
¡¿SERÁ JUSTICIA?!
PD: No. No fue Justicia. Fue una afrenta la que manejó la situación.
Un ultraje a una insegura y débil justicia.
Hoy decidió presentarse, no
porque la obligue la ley sino porque se le canta.
05/08/2016